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El mundo según Dryan

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Mensaje  Nestor Mar Ago 17, 2010 12:42 pm

Dryan no tenía ningún problema con el alcohol. Hacia años que mantenía una larga y placida relación con él. A fin de cuentas, era mejor compañía que él mismo. Cada vez que Dryan se quedaba con Dryan; empezaba a recordarle como perdió su librería (Y necesitaba un trago) O le hacía un montón de preguntas sobre su hermana perdida (Y necesitaba un trago). O empezaba a recordarle cómo sus padres murieron a manos de unos matones (Y necesitaba un trago). Y lo que era peor, Dryan se enfurecía con él y le demandaba carne fresca. (Y entonces SÍ que necesitaba un trago) Y como solía necesitar tantos tragos, la mejor solución era llevarlos todos consigo. Tenía amigos que le hacían más llevadero el esperar a encontrar el suficiente dinero para tener algo que beber. Pero solo se encontraba a gusto con unos cuantos grados en sangre. Estaba más tranquilo y era menos peligroso. Así pasaban sus días: Consiguiendo dinero para alcohol y usándolo. No era una opción agradable, pero no podía encontrar otra. Es posible que si no fuera por ese día, toda la vida de Dryan hubiese transcurrido sobrevolando sus problemas en una nube etílica. Pero hubiera sido muy aburrido de ser así. Los problemas de Dryan empezaron con una charla de bar. Era un pequeño bar de barrio, donde ya le tenían de habitual. Su grupo de parroquianos estaba formado casi en su totalidad por personas que solían salir a descansar un rato de su trabajo allí. Y Dominique podía sacarse unas cervezas fáciles con ellos. Pero esa mañana, no se presento ningún mecánico. Lo que se presento fue todo un señor ejecutivo. Con su traje de ejecutivo, su peinado de ejecutivo y sus modales de ejecutivo. El set completo. Puede que físicamente pareciese algo joven, pero iba tan recto y cuadrado que ahuyentaba todo atisbo de espíritu juvenil. Era obvio que venía a hablar con Dryan. Ojeo el bar y nada más reconocerle se dirigió a él. Destacaba tanto como un cubito de hielo en el infierno. (Un cubito de hielo extraordinariamente resistente. Ya que aún en esas condiciones mantenía el tipo. Todo hay que decirlo) El desconocido se quedo mirando a nuestro amigo. Olisqueo el aire y hablo:
-Alcohol. No es un mal método… Perdón, por mi distracción. Soy Roberto Méndez. ¿Es usted el señor Dominique Ryan Doyle? Y le alargo su mano en señal de amistad.
Dryan dudo y mientras pensaba que hacer se dio cuenta de un detalle. Había algo que rompía la imagen empresarial del señor Mendez. Se había cosido la mano con hilo de plata…
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Mensaje  Nestor Lun Sep 20, 2010 8:20 pm

Al darle la mano al tipejo, Dryan no pudo evitar poner cara de “uff, qué dolor”. El solo sentir como el hilo de plata le cruzaba la mano de ese individuo, le hacía recorrer un escalofrío por la espalda. Tuvo que contenerse un grito, al darse cuenta que por el cuello, también asomaban hilillos de plata. No quería ni imaginar hasta que puntos se expandiría ese pirsin sobre su cuerpo. Saltaba a la vista que algo no rondaba bien con él. Y no podía ser causa del alcohol. Los deliriums tremens de Dryan no eran tan ricos como para permitirse orfebrería de plata para el cuerpo entero.
Dryan pudo salir de su asombro y dar una contestación:
-Sí, soy yo. ¿Qué quiere?
-Muy directo, me gusta. Permita me que yo también lo sea. Tengo cierto interés en un libro antiguo. Mis investigaciones han concluido en que su último dueño conocido fue el Sr. Dominique Ryan Sénior. Y usted debe ser su único descendiente vivo ¿Verdad?
-Se equivoca. Tengo una hermana.
-¿Sarah Ryan? Pensaba que estaba muerta, pero eso da igual ahora… ¿Una cerveza?
A Dryan no le gustaba la actitud del tipo, pero le gustaba la cerveza. Así que no le costó decir:
- Sí, por favor.
-Camarero. Póngame una cerveza y un botellín de agua. Como le decía ahora que puedo preguntárselo a usted, eso no me interesa. ¿Recuerda usted si su padre tuvo un libro llamado “Ciprianillo”? Es un libro bastante fácil de recordar. Si mis fuentes son correctas; debe de ser de menos de 30 centímetros, tener unas ilustraciones bastantes pobres, estar escrito en gallego o vasco antiguo y, el detalle más destacable, estar forrado rústicamente con piel de lobo.
Dryan, saboreo la cerveza y se puso a discurrir. Conocía la leyenda del Ciprianillo. Y eso le sumaba varios puntos al rarímetro. Si le hubiese pedido un ejemplar de la primera edición del “Cultos sin nombre” o la traducción de Philetas del Al - Azif, Roberto podría pasar por algún místico de baratillo con aires de grandeza. Pero esta era una petición demasiado específica para ser de un simple alucinado. Por lo que Dryan sabía, el Ciprianillo era el libro de consulta de algunos cultos paganos ibéricos acusados de brujería en tiempos de la inquisición. A diferencia del Libro Negro o del Necronomicrón, el Ciprianillo es posible que solo contuviese recetas de ungüentos y pomadas. Era una petición demasiado exacta y recóndita para cualquiera. Y para colmo, parecía conocer dicho libro mejor que él.
-Creo que sí- Contesto Dryan. – Vera; no recuerdo ningún libro con el título de Ciprianillo en la portada.-Trago de cerveza- Pero sí recuerdo un libro que podría estar forrado con piel de lobo. A fin de cuentas un libro negro y peludo es lo suficiente gracioso como para recordarlo.
Roberto sonrío como un tiburón. –Estupendo ¿Recuerda cuando se encontró con él?
Dryan bebió de su copa para activar sus neuronas. Recordaba el libro, recordaba a su padre trabajando en él con un ahínco particular y recordaba la razón el porque le costaba tan poco acordarse de todo esto.
-Creo, creo que fue el último libro que vi restaurar a mi padre…
-¿Se refiere a que estaba trabajando en él, cuando su padre fue asesinado?
La sorpresa ataco a Dryan. Hasta ahora no había pensado en ello. Pero después de años se dio cuenta que después de la muerte de sus padres, jamás volvió a ver al pequeño libro feo y peludo. Era un detalle bastante novelesco, como para que se le hubiera escapado hasta ahora y necesitaba ayuda para procesarlo. Así que rezo a San Miguel hasta la última gota para procesarlo.
-Sí.
-Veo que ha terminado su cerveza. Permítame que le pida otra. ¡Camarero! ¿Y sabe dónde podría encontrarlo?
Dryan, cogió su nuevo refrigerio, mientras intentaba digerir el nuevo cariz de las cosas-Si le digo la verdad, estoy empezando a sospechar que fue robado.
La agresiva felicidad de Roberto desapareció ante una actitud de disgusto.
-Ya me imaginaba algo así. ¿Supongo que no sospechara de nadie?
-La verdad es que no.
El extraño suspiro. –Me lo imaginaba, pero debía suponerlo. Me ha caído usted bien Señor Doyle. Usted podría ayudarme en mi trabajo, si quisiera.
-¿Y por qué razón iba a querer ayudarme?
-Lleva razón. Supongo que la llamada a la aventura no es suficiente y no me atrevo a insultarle con dinero. Así que le ofrezco un par de botellas de Samuel Adams Utopias si acede a ayudarme.
-¿Y por dos cervezas debería ayudarle?
-Yo no entiendo de estas cosas, pero cada botella me ha costado 160€ y bastante papeleo. Debe de ser la cerveza más deliciosa del mundo. Y a cambio solo le pediré un pequeño favor: Estoy seguro que tengo competencia para encontrar ese libro y estoy seguro de que también recurrirán a usted. Solo le pido que cuando le contacten, me llame con este móvil y me lo cuente. Además si se ponen peligrosos, puede usted pulsar el asterisco y le localizaremos al instante. ¿Tenemos un acuerdo?
Nestor
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