El mundo según Elisa

Era muy posible que en ese 2 de Diciembre y a esas horas de la noche, excluyendo a los guardias, Elisa estuviese sola en el edificio. Dirigir una prometedora empresa de Seguridad Informática (Y videojuegos) requiere mucho trabajo. Y ella debía ser la más dispuesta a hacerlo. Cosas de ser la directora. Además estaba el problema de que no podía delegar trabajo en alguien de confianza; ya que ese alguien no existía. No es que dudara de las habilidades de sus empleados, solo les trataba como se trataría a ella. Y ella no se daría a si misma información relevante. Eso la obligaba a trabajar hasta altas horas, pero le aseguraba que ninguna becaria listilla le chantajeara hasta la muerte. Era un solución muy trabajosa, pero le solucionaba el problema de que hacer en su tiempo libre. Así que allí estaba ella en su caro despacho tan solo iluminado por su lamparilla y por la luna llena, pero más acompañada de lo que pensaba.
-Si trabajas, tanto te vas a volver loca.
Elisa salto de su asiento. La luz de la luna mostraba a un hombre negro sentado en su sofá. Un hombre desnudo. Parecía ser que un amigo le hubiese contratado “compañía” para esta noche; pero Elisa no recordaba tener esa clase de “amigos”. Lo que si recordaba es tener montones de enemigos que podrían contratar a alguien para que la acompañasen a la tumba. Conseguir una silla con un compartimiento secreto para una pistola cuesta un pastón, que ahora mismo celebraba haber gastado. Aunque siempre se había imaginado a los asesinos a sueldo más…
vestidos.